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The (cunt) consejito

jueves, marzo 25, 2010

Acaba de tender la ropa. Como siempre, la huele. Es placentero. Le entra la risa floja, un ataque de quince años bastante grave que la deja exhausta. Saca fuerzas de allí donde cada mes se monta una escabechina y de paso saca unas tijeras también, unas de esas gordas de cocina que la gente usa para arrancar los higadillos al pollo o a las sardinas. Algo en Su Interior lleva un rato diciendo que tiene que hacer algo con esas tijeras, así que agarra una manga húmeda de camisa (una que le gusta en especial, porque la hace parecer menos culona, más tetona: menos ella) y la corta con esforzado método de carnicera experta. El pedazo cortado lo arruga con los dedos hasta que le cabe en un puño, y juraría que es rojo y sanguinolento y hace un ruido acompasado. Siente que ha construido una piedra y que mañana ésta se interpondrá entre ella y todas las demás cosas, cegándola milagrosamente, y por cierto, quizás lo que Su Interior intentaba comunicarle era que se clavase las tijeras en un ojo (??), pero ella es pragmática cuando toca y prefiere las cosas limpias y rápidas. Finalmente tira el trozo de camisa victimizada a un rincón del balcón, donde permanecerá seguramente durante varios días (¿Semanas? ¿Años?).

Luego ve anuncios de la tele sonriendo a las modelos de champú y cosmética con un encanto, os lo aseguro, delicadamente femenino.