<body><script type="text/javascript"> function setAttributeOnload(object, attribute, val) { if(window.addEventListener) { window.addEventListener('load', function(){ object[attribute] = val; }, false); } else { window.attachEvent('onload', function(){ object[attribute] = val; }); } } </script> <div id="navbar-iframe-container"></div> <script type="text/javascript" src="https://apis.google.com/js/platform.js"></script> <script type="text/javascript"> gapi.load("gapi.iframes:gapi.iframes.style.bubble", function() { if (gapi.iframes && gapi.iframes.getContext) { gapi.iframes.getContext().openChild({ url: 'https://www.blogger.com/navbar/33702674?origin\x3dhttp://iconoplasta.blogspot.com', where: document.getElementById("navbar-iframe-container"), id: "navbar-iframe" }); } }); </script>


Pasado

martes, abril 03, 2007

Al sacar la maleta del armario una nube de naftalina me golpea la cara, y supongo que es la mano del pasado que aprovecha para rendir cuentas, ahora que me tiene a tiro. No puedo evitar ese caos triste lleno de tardes solitarias, terraplenes, zapatillas viejas. Burros y colegios. Sé que mi madre me tendrá planchado el pijama cuando llegue, que sus manos pequeñas han llenado de jabón los cajones y la despensa de café. Pero también sé que no me importa y que, de la forma más egoísta y despreciable, sólo quiero acabar con esto cuanto antes y estar de vuelta, cuando todavía no me he ido.

Alguien decía en una película con la que siempre lloro: Puede que nosotros hayamos acabado con el pasado, pero él no ha acabado con nosotros. Y yo imagino mi viejo cuarto desocupado y las cosas que me echarán en cara sus silenciosas estanterías llenas de libros infantiles. Con qué dignidad asombrosa y con qué presencia, donde me veré fotocopiada y sobreexpuesta, irreal, esa conocida habitación hará que me avergüence de la persona en la que he fingido convertirme.